Claudia Cárdenas, Cuba, 1986-
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Nacida en la Ciudad de La Habana, Cuba; en un momento político-económico crítico y peculiar, que ha marcado para siempre sus manifestaciones más grotescas y mundanas. Desde muy pequeña sintió una inclinación muy marcada hacia el arte. Con 5 años formaba parte de un grupo de teatro perteneciente a la Comunidad donde residía y con 6 ya se había subido a los escenarios. En ese lugar, ubicado en la Ciudad Nuclear, en la provincia de Cienfuegos, comenzaron sus cuestionamientos por lo incoherente y más paradójico de la vida que vivía. Si estaba formando parte de una generación fruto de un experimento social, su vida junto al resto de niños que crecieron en la Ciudad Nuclear, estaba siendo el clímax de todo ese fervor revolucionario y utópico, cuyas huellas siguen irremediablemente presentes.
De vuelta a La Habana, en el año 1991, su vida sufrió un gran cambio que desató una inadaptación patológica. Con 7 años le pidió a sus padres que la llevaran al Conservatorio, porque quería estudiar música. Así que, tras superar las pruebas de ingreso, comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de música \"Alejandro García Caturla\" en las especialidades de Guitarra, Canto Coral y Piano.
En esta etapa, descubrió el placer de ver la vida con el prisma de los sentidos y la pasión. Es curioso citar que había un libro que desde muy pequeña le impactaba y atraía por su carga emotiva, el cual veía a menudo de principio a fin, mientras lloraba de sufrimiento y admiraba, a su vez, la belleza de lo diferente, la belleza de las emociones en carne viva. Este libro era un tomo enorme que una amiga japonesa le había obsequiado a sus padres, se llamaba \"Hiroshima y Nagasaki\" y era una recopiliación de fotos e historias de las víctimas.
Tras 9 años de andaduras musicales, un día, fruto de la rebeldía adolescente y la frustración con la que se politizaba cada acto en ese sistema, decidió abandonarlo todo; aún sabiendo que abandonaba su pasión más intensa. Sintió desde ese momento un rechazo hacia el uniforme, que para ella era símbolo de prisión y de opresión.
Pensó entonces estudiar en la única escuela que había en esos momentos donde permitían a los estudiantes ir con su propia vestimenta: la \"Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro\".?.
Una vez dentro, inició una nueva etapa de crecimimiento y energía nuclear, muy atraída estéticamente por el expresionismo , el Post impresionismo y el Land Art y más centrada en un arte en el que primaba lo conceptual. Referentes como Kathe Kolwhitz, Toulouse Lautrec, Goya, Santiago Sierra, Christo y Jeanne Claude y Josep Beuys, le hicieron apasionarse por un arte grotesco, crudo, fuerte y sobretodo muy libre. Este entusiasmo se iría apagando con el cursar de los años y con el aprendizaje repetitivo y curiosamente poco creativo. Tras unos años, instauraron la norma de ir con uniforme y como si de un dejavú psicológico se tratara, se sintió nuevamente asfixiada, abrumada y despedazada artísticamente.
Una vez graduada, en la especialidad de Grabado, su vida le dio otro vuelco al emigrar a España.
El cambio, una vez más, fue complicado de asimilar. Hubo un evento que le marcó, del cual surgió la serie de \"Grabados del alma\", donde muestra un poco de esa rebeldía, cada vez más en decadencia.
7 años trabajando en un canal de televisión, la llevaron a acercarse a proyectos audiovisuales, que han venido marcando sus más recientes propuestas.
Actualmente estudia Psicología en la Universidad y hace su arte para vivir.